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martes, 23 de diciembre de 2014

Fotografía antrozoológica. Fotógrafos que captan animales con personas (II). Robin Schwartz.

Robin Schwartz
 Hace ya un tiempo dedicábamos un comentario a la obra fotográfica de Alain Degré y Sylvie Robert, naturalistas que han documentado sus viajes por el mundo salvaje acompañados de su hija Tippi.
De hecho, Tippi Degré se ha convertido en protagonista de series de divulgación naturalista convirtiéndose en un fenómeno mediático de los canales especializados y ha alcanzado una notable popularidad.
La selección de imágenes del álbum familiar de los Degré, con la niña acompañada desde su más tierna infancia por todo tipo de especies animales salvajes resultaba llamativa y sugestiva para profanos y naturalistas, y, de algún modo, constituía un proyecto fotográfico documental que, bajo el prisma de un llamativo mensaje conciliador interespecies, evocaba el paraíso perdido al que hacíamos referencia en nuestro anterior artículo dedicado a Katerina Plotnikova.

El caso que nos ocupa hoy es similar. Lejos de tratarse de un proyecto concienzudo, el trabajo de Robin Schwartz como fotógrafa y ocasional naturalista ha facilitado que sus fotos familiares, especialmente las protagonizadas por su hija Amelia, resulten lo suficientemente llamativas por los mismos motivos que las de Tippi: la presencia constante de animales exóticos, silvestres, domésticos y de toda índole. Si bien no siempre transpiran ese aire de safari propio de las fotos de Degré y Robert, lo cierto es que nos hablan de casi lo mismo. Puestos a buscar diferencias más evidentes que los rasgos físicos de ambas niñas (actualmente no tan niñas) sí que vemos un aire más asilvestrado en Tippi que la acerca a una cierta evocación de los niños salvajes encarnados literariamente por Mowgli o Tarzán.
Así lo hacíamos constar en el texto con que comentábamos la divulgación de las fotos de los Degré-Robert:

 

Niños y Animales. De Mowgli a Tippi Degré.

El mito del niño criado entre bestias se ha cumplido en más de una ocasión en la vida real. Alguno de estos casos, más o menos ilustre al ser documentado por los medios de divulgación de la cultura occidental, buscaban un sesgo metafórico que ponía al ser humano en una posición de superioridad, aser capaz de sobrevivir a situaciones de aislamiento ejerciendo una complicidad interpretada como liderazgo sobre sus cómplices animales. Tal es el caso del Tarzán de Edgar Rice-Burroughs en contraposición al Mowgli de R. Kipling, inspirado en el mismo caso real pero apología de superioridad de la especie humana, y de la raza blanca, en el personaje creado por Burroughs.
No es raro que sean los colonizadores blancos los que den lecciones de conservacionismo y antrozzología positiva a los pobladores de los paraísos zoológicos del trópico y, sin lugar a dudas, la mayor diferencia establecida en estos casos entre los pobladores blancos y los negros es que estos pasan a ser un elemento más del entorno de esta fauna que no denota aproximación animalista en la medida en que lo hacen las imágenes documentales que asocian al blanco con el proteccionismo y el conservacionismo.
Hace ya un tiempo dedicábamos un post a las fotografías de Gregory Colbert, que reivindican una onírica complicidad de humanos y animales, encarnada casi siempre por niños indígenas asociados al entorno propio de los animales retratados. El contracampo de esta línea de trabajo lo encontraríamos en la visión de los colonizadores blancos interactuando con estos mismos animales. Inicialmente mostrándolos como trofeos de caza (por desgracia este tipo de imágenes se siguen dando) y más recientemente como protagonistas de programas de reintroducción de especies, control de la diversidad en parques naturales, etcétera. Si bien en los años 70 el paradigma de divulgación zoológica amena y cercana lo constituía la obra de Gerald Durrell, lo cierto es que no hay que profundizar mucho en su obra para constatar la existencia de una frontera entre el mundo del propio Durrell y su familia y el mundo de los habitantes autóctonos de Corfú (por poner un ejemplo paradigmático) o de los diferentes rincones de África y demás filones zoológicos de los que se nutren sus narraciones y sus actividades "políticamente correctas" de tráfico de especies.
Más recientemente, otras producciones han explotado la exhibición de los propios naturalistas y documentalistas de la naturaleza en su actividad diaria, y un ejemplo de considerable éxito es el protagonizado por Tippi Degré en una serie documental en que la niña ya casi adolescente ejercía de conductora del programa basándose en la fama adquirida cuando, muy niña, era protagonista de muchas de las imágenes realizadas por sus padres, fotogógrafos naturalistas y realizadores de producciones documentales de cierto prestigio, y por tanto siempre cercano a los animales y a su cercano entorno salvaje. El argumento es aparentemente sencillo: ¿Quién si no podría ser mejor embajador del conservacionismo zoológico? ¿Quién si no aquella que se crió entre animales salvajes y así lo constatan las imágenes que acompañan a su breve e intensa biografía?.
En el caso de Tippi se concentran varios aspectos: la empatía con el público infantil interesado por los animales; la superioridad de la sociedad occidental y de la raza blanca para gobernar el destino del planeta y de sus recursos naturales; la fascinación por las imágenes y narraciones en protagonizadas por Bellas y Bestias; el protagonismo de la mujer en la divulgación de los temas referentes a la Madre Naturaleza, y la necesidad de ver cumplido un sueño semejante al de volar: la empatía, complicidad y comunicación con las fieras.
Lo cierto es que las fieras que acompañan a Tippi en las imágens de su infancia, aunque pertenecientes a especies salvajes, son siempre ejemplares con un alto grado de domesticación que posibilitan un cercanía segura y que suponen un cierto simulacro de la aparente relación de convivencia con auténticos ejemplares salvajes, pero que, como en los citados ejemplos de Colbert, constituyen la potente metáfora visual del paraíso perdido.

Lo cierto es que las fotografías  seleccionadas por Schwartz consiguen un aire más cercano a un proyecto artístico a la vez que documental, guardando más relación con las artificiosas fotos de Plotnikova en lo formal que las fotos de Tippi, que evidencian más el entorno y circunstancias que explican los encuentros con los animales.

Sea como fuere, creemos que Scwartz, sin duda, merece un lugar privilegiado en nuestra particular selección de autores antrozoológicos y, a continuación, os ofrecemos una selección de algunas de sus imágenes extraídas de IXOUSART, pero recomiendo el artículo del photo blog BEHOLD firmado por David Rosenberg pues profundiza más en las circunstancias personales que rodean al proyecto, vehiculo para superar la depresiva pérdida de la madre de la fotógrafa. Madre e hija se apoyaron en el afecto compartido por los animales y esta especie de terapia antrozoológica y fotográfica.
A continuación de los retratos de Amelia por Schwartz, os recordamos algunas de las imágenes de Tippi Dgré por Alain Degré y Sylvie Robert.

Más muestras de Schwartz en 

http://www.slate.com/blogs/behold/2013/05/01/robin_schwartz_amelia_s_world_is_a_mother_and_daughter_s_lifelong_project.html

 

 http://ixousart.blogspot.com.es/2013/10/fotografia-el-vinculo-de-una-nina-con.html#.VJfEBf9wc

Fotografía: El vínculo de una niña con los animales silvestres

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Amelia Photographs by Robin Schwartz (via Slate)  Image credits: Photographs by Robin Schwartz and used with permission 





Extracto de SDPnoticias:

http://www.sdpnoticias.com/estilo-de-vida/2013/06/07/revelan-fotos-de-tippi-nina-que-tuvo-una-infancia-diferente



lunes 10 de junio de 2013 | 03:55

Revelan fotos de Tippi, niña que tuvo una infancia diferente

Redacción SDPnoticias.com
COBERTURAS
vie 7 jun 2013 17:19
http://www.sdpnoticias.com/estilo-de-vida/2013/06/07/revelan-fotos-de-tippi-nina-que-tuvo-una-infancia-diferente
Revelan fotos de Tippi, niña que tuvo una infancia diferente
Gracias a que sus padres eran fotógrafos en varios países de África, la niña vivió una infancia rodeada de la enigmática belleza de la vida natural.
La llaman “La verdadera Mowgli”, pero su nombre es Tippi Benjamine Okanti Degre y tuvo una infancia diferente gracias al trabajo de sus padres en el continente africano.

Con 23 años y residiendo en Francia, ha publicado una crónica fotográfica de sus primeros 10 años de vida en la que se le ve rodeada de animales, o bien, con diferentes etnias africanas.

El libro “Tippi: My Book of Africa” contiene imágenes de Sylvie Robert y Alain Degre, ambos fotógrafos de “la vida salvaje”.

Tippi nació en Namibia pero viajó durante mucho tiempo entre Botswana, Zimbabue y Sudáfrica, razón por la que sus amigos eran los monos, elefantes y leopardos. “Todos los días tenía que asegurarse de que los monos no le robaran su mamila”, recordó Sylvie.




A simple vista uno se da cuenta de lo obvio, la infancia de Tippi fue atípica pero llena de libertad y sin temores a algunos de los animales que sólo vemos en las películas o en el zoológico.







 




 


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