Continuamos con nuestras reflexiones acerca de las imágenes obtenidas automáticamente por cámaras de vigilancia y cámaras-trampa.
Al igual que en el caso de las fotografías obtenidas por la acción voluntaria y consciente de un fotógrafo, con todo lo que implica artística o documentalmente la decisión del profesional de obtenerlas modificando en lo posible sus variables técnicas, las imágenes obtenidas por trap-cameras pueden tener valores añadidos dependiendo de las circunstancias del sujeto fotografiado. Si además de constatar la presencia de un animal en un área, se confirma la excepcionalidad de la toma, ya sea por la acción registrada, más o menos insólita, o por la escasez o rareza de la especie (incluso, a veces por haber sido dada por extinta, cuando no es sencillamente nueva para la ciencia y absolutamente desconocida). Un buen ejemplo de esto último ya lo habíamos comentado al respecto de una captura que confirmaba la pervivencia de al menos un ejemplar de cierta subespecie de guepardo del Sahara que había sido dada por extinta.
Ni que decir tiene que no sólo la importancia científica o conservacionista del registro aporta más valor a la imagen, sino que su apreciación desde un punto de vista artístico se preña de una carga divulgativa y afectiva renovada. Es indudable que los conocedores de la obra fotográfica de Lewis Carrol destacan, quieran o no, de entre todos sus retratos de niñas, los retratos realizados a Alicia Lidell, y por el mismo motivo admiramos el retrato que le hizo, ya mujer, Julia Margaret Cameron. Tal vez sean necesarios ciertos conocimientos zoológicos para ello, pero la excepcionalidad del ejemplar retratado, como en el caso del guepardo saharaui.
A veces, las propias características o limitaciones técnicas de un determinado sistema fotográfico ha contribuido a modificar o distorsionar un mito. En la época de los fotógrafos ambulantes del salvaje Oeste americano, la proliferación de la ferrotipia, un negativo directo de cámaras de visor directo (con su consecuente inversión óptica) como técnica habitual causó que las imágenes que se popularizaron de Billy el Niño mostrasen inversión especular, con lo que la posición de canana y pistolera aparecían invertidas dando lugar al mito de que el famoso pistolero era zurdo, pasando así a la historia por un mero accidente fotográfico.
La importancia y revalorización de una toma debida a la excepcionalidad del sujeto fotografiado sobrepasa a la autoría del fotógrafo, por lo que su obtención por trap-cameras es irrelevante desde un punto de vista emocional para el espectador. Con todo y eso, tal y como vimos en entradas anteriores, la maestría técnica del autor se extiende incluso sobre las imágenes obtenidas mediante esta técnica, dado que sus concienzudos preparativos pueden dar lugar a proyectos tan notables como las series aquí mencionadas de Steve Winter. Desde luego, sigue siendo decisivo el hecho de que, apriete o no directamente el obturador el fotógrafo o un sensor de movimiento por infrarrojos, el animal fotografiado muestre una actitud insóloita, o sea registrado por primera vez realizando una acción conocida pero nunca fotografiada (como reproducirse, por ejemplo) o desconocida y significativa (como recurrir a algún tipo de utensilio, congeniar con especies distintas o dar muerte a depredadores aparentemente más poderosos -por especular algo plausible-). Esto, desde luego, es extensible a fotografías realizadas por fotógrafos profesionales reconocidos, aficionados o cámaras-trampa siempre y cuando se da algo sorpresivo en la toma, sea fotografiar a un raro snubfin o a un guepardo sin motas.
Todo lo expuesto hasta ahora hace que las características propias de una foto-trampa sean reconocibles y acentúen estéticamente la apariencia de veracidad, de accidentalidad, con respecto a los encuadres más reflexivos o elaborados. La estética temblorosa de las cámaras al hombro invadieron las teleseries y películas policiacas a finales de los años 80, así como la de las cámaras domésticas a finales de los 90 y principios del nuevo siglo ("La bruja de Blair" o "Monstruoso" dan buena cuenta de ello).
Suponemos que es por todo esto por lo que es apreciable en la red una sintomática proliferación de fotomontajes y falsificaciones basados en la estética en escueto blanco y negro e iluminación dura y frontal de flash propia de las cámaras-trampa nocturnas.
De hecho, la abundancia de tomas en blanco y negro se debe a un ahorro en recursos de memoria, aunque sean perfectamente posibles, aunque menos abundantes, las tomas en color, pero se asume como un rasgo tan asociable al verismo de este tipo de registro como lo sigue siendo para los flashbacks cinematográficos.
El propio carácter invasivo, voyeurista, de estas cámaras automatizadas, otorga un matiz humorístico o cuando menos irónico a ciertas escenas, como por ejemplo las relaciones sexuales entre animales, observados en este caso a través de un filtro cultural humanizante que tal vez no se daría en fotografías obtenidas con ópticas y encuadres más concienzudos o sofisticados.
Evidentemente, algunas podrían seguir conservando su carácter documental más o menos excepcional, como el caso de la imagen de la izquierda, pero si observamos la de la dercha, no podemos evitar una engañosa empatía con la expresión del león y la leona implicados, aunque en este caso no quede en principio confirmada la acción automática de una trap-camera pero sí la rotura de la intimidad nocturna por el flash fotográfico.
El misterio que de forma ancestral asociamos a la noche, a la oscuridad, y a las criaturas míticas que se ocultan en ella acompañan inexorablemente a las fotografías de fauna nocturnas desde los tiempos de George Shiras hasta la actalidad, y los obstáculos que supone técnicamente la realización de este tipo de tomas se asocian no sólo al riesgo sino a la dificultad basada en una cuestión de éxito estadístico, por lo que la simple casualidad, algo inaprehensible e involuntario por definición, es responsable de la revalorización de la imagen como si de una rara perla se tratase.
Si la composición, fruto de la caual reacción de un cérvido al repentino flash automático de la cámara, ya es notablemente llamativa y expresiva, la aparición de un petauro planeando en un punto estratégico al fondo de la composición por pura coincidencia hacen que el siguiente ejemplo sea uno de los que más nos haya llamado la atención de todos nuestros hallazgos en la red. Nos gustaría tener más información sobre esta imagen y poder constatar si no se trata de un fotomontaje, que sería significativo, inteligente y oportuno, pero no supondría una rara avis fotográfica como la que desde luego aparenta, muy en la línea de la excelente toma del búho canadiense que ya comentamos en la anterior entrada.
A las cámaras diseñadas específicamente para el trabajo de campo de biólogos y guardabosques, deberíamos añadir la de las cámaras portátiles, entre las cuales las populares go-pro, tan frecuentes para prevenir incidentes de relevancia jurídica en asuntos de tráfico rodado, por ejemplo, que deberíamos incluir en una subcategoría emparentada con las trap-cameras y que en ocasiones obtienen resultados similares, aunque normalmente su registro sea en video y con menos resolución por cada fotograma individual. Aunque se trate de una falsificación por fotomontaje digital, nos parece especialmente significativa y agudamente ejemplarizante de lo hasta ahora comentado la que parece sorprender a los músicos de Bremen del popular cuento en plena autovía.
Esperamos que nuestro comentario os haya hecho pensar al respecto y apreciar con una visión renovada la estética proia y particular de las trap-cameras, y si no os he parecido lo suficientemente serio, académico o respaldado por mi (inexistente) prestigio como fotográfo, os recomiendo, al final de la selección de imágenes, la lectura del artículo "Máquinas Fotografiando" de Olmo González Moriana al que ya habíamos hecho referencia.
Veréis que entre las imágenes seleccionadas a continuación algunas muestran claramente textos y dígitos con metadatos que evidencian (o en algunos casos contribuyen a disfrazar) su origen documental automático, otras no, aunque hayan sido realizadas por el accionamiento automático de estos sistemas de vigilancia zoológica, y algunas son fruto de la espera paciente y el control riguroso de profesionales tras el objetivo o disponiendo con criterios artísticos los encuadres e iluminación vinculados a las trampas fotográficas. Observadlos con detenimiento y a ver si habéis aprendido a distinguirlos. En caso de que tengáis información sobre alguna de las imágenes mostradas, no dudéis en contactarnos para facilitarla.
Mafa Alborés
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com.es/2015/02/imagenes-manchadas-e-imagenes-de-gatos.html
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com.es/2013/04/snubfin-todavia-es-posible-descubrir.html
Cámaras espía, vigilancia, máquinas y fotografía naturalista. El sabio ejemplo del búho a ojos de Olmo González Moriana.
http://www.blankpaper.es/content/maquinas-fotografiando
ARTÍCULOS: Olmo González Moriana
21/1/16
MÁQUINAS FOTOGRAFIANDO
Este texto está motivado por mi próxima participación en las jornadas DONE organizadas por Fundación Foto Colectania y por la presentación de mi libro CONTROL esta tarde en Blank Paper Escuela, en la que trataré este tema aunque de manera diferente.
Hace
unos días nos encontrábamos en la red una secuencia de imágenes
obtenidas por una cámara de tráfico en Quebec, Canadá, en la que
aparecía un búho en escena y que el Ministro de Transporte de Quebec
había subido asu página de facebook convirtiendo en viral unas imágenes que, de haber sido realizadas por un humano, seguramente habrían pasado inadvertidas.
La
anécdota en este caso, que con una cámara que graba todo el tiempo se
obtenga una escena llamativa, no deja de ser casualidad, se convierte en
destacable por el hecho de que no sea una persona sino una cámara, una
máquina automática la que parece imitar la intención humana al capturar
una escena llamativa. Pero no nos engañemos, si esa escena ha tenido
repercusión es porque un humano la ha seleccionado. Por ahora las
máquinas por sí mismas no se detendrían a señalar como trascendente que
un búho pase por delante de la lente de una cámara, si acaso lo harían
para multarle y no para admirar su belleza.
Un
caso similar y aún más llamativo ocurrió con un accidente aéreo en
Taiwan, donde una cámara instalada en un coche capturaba el momento exacto en que un avión comercial se estrellaba. El momento es tan espectacular que no pocas personas dudaron de su veracidad, aunque se ha comprobado que eran ciertas. De nuevo este acontecimiento se convierte en noticia porque un humano seleccionó esa secuencia y la subió a internet.
Estos
ejemplos podrían ser solo demostraciones de cómo la edición, en plena
vorágine de flujos de imágenes circulando, se convierte en un hecho
fotográfico (o postfotográfico, para ser rigurosos), igual que al
caminar por una calle y encuadrar y disparar una cámara estamos editando
el mundo convirtiéndolo en fotografías, hoy en día el mundo entero está
siendo filmado o fotografiado, por lo que la edición puede pasar a un
plano virtual y ponerse en funcionamiento mediante la selección dentro
del flujo de imágenes circulando por doquier.
Pero
quizás lo interesante de todo esto, por dar un paso más allá del
discurso postfotográfico, sea imaginar qué pasará en el momento en que
todas estas máquinas no solo estén programadas para editar (fotografiar)
en ese flujo de imágenes a la hora de multar o reconocer caras (facebook,
por ejemplo, lo hace en milésimas de segundo al subir cualquier foto),
sino que también alguien las programe para ganar el worldpressphoto o
tener millones de visitas en instagram o, yendo aún más allá, cuando la
capacidad de autoprogramación de estas máquinas sea tal que puedan
decidir por sí mismas en qué espacio visual es interesante tenernos a
sus pies, publicidad, política, enseñanza, arte…
La imagen es una herramienta muy poderosa por su conexión con el inconsciente, por algo es el medio favorito de manipulación de masas.
Y las máquinas son las únicas capacitadas ahora mismo para digerir la
enorme cantidad de imágenes que se producen en el mundo, ¿qué ocurrirá
cuando sean, además, capaces de pensarlas?
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