
Os ofrezco hoy un artículo desarrollado específicamente para el Blog El Animal Invisible, sobre Iconografía Animal y relaciones entr Arte y Ciencia, pero en el que ha sido de inestimable ayuda vuestra colaboración como alumnos aplicados y curiosos. En concreto los de Cómic y GM de APGI.
Y ya que venimos de una entrada dedicada a una estudiosa, docente y divulgadora de cuestiones acerca de la Imagen de los Animales tan relevante como Dawnja Burris, enlazamos según nuestra vieja costumbre y volvemos al tema central de El Animal Invisible haciendo un nuevo repaso a los clásicos problemas interpretativos y comunicativos de los medios visuales. Y para ser todavía más coherentes con los planteamientos de Burris como docente de la imagen, recupero algunos de los planteamientos básicos de nuestro discurso a través de ejemplos servidos por actividades y observaciones realizadas con mis alumnos, que son ilustrativas tanto para ellos como para los seguidores de nuestros contenidos y temas predilectos.
Esta foto de un joven golden retriever fue tomada en un puesto de tacos llamado "Tacos Chilakos", y el pie pertenece a la novia de Systrom, según un portavoz de Instagram. El nombre del perro y su dueño son desconocidos.
La fotografía y sus derivados han tomado las riendas de los nuevos medios de comunicación (audio)visual y hemos perdido consciencia de hasta qué punto nuestra educación fundamentalmente iconográfica nos hace percibir la fotografía como una ventana a la realidad fácilmente reconocible e identificable, aunque para reconocer sin problemas lo que ha sido registrado por una cámara precise de un aprendizaje secular de reconocimiento de convenciones gráficas del dibujo, la pintura, la escultura y todo tipo de artificios de la imagen que implican análisi, reconocimiento y observación en complicidad con nuestra percepción bajo la dictadura del sentido de la vista.
Representar no es lo mismo que reproducir, y aunque en muchos casos la analogía entre lo representado y lo reproducido coinciden no siempre es así, y la confusión de ambos términos ha llevado a menudo a engaños o cuando menos confusiones y tergiversaciones aliadas con el lenguaje hablado y escrito.


Así lo habíamos argumentado al respecto del rinoceronte, no sólo de la problemática y confusa descripción semiótica del problema por parte de estudiosos como Ernst Gombrich o Unberto Eco (al referirse a los supuestos aciertos y errores del célebre rinoceronte de Durero ignorando su correspondencia con un rinoceronte blindado asiático), sino por la persistente preferencia de ilustradores, dibujantes y fotógrafos por mostrar al rinoceronte negro más oscuro que el rinoceronte blanco, pese a ser igualmente grises y sólo diferenciarse por sus proporciones y su labio superior (recto, ancho, "wide" -que no "white", origen de la confusión- en el caso del blanco). No obstante, este y otros problemas de identificación gráfica de las distintas especies de rinoceronte están suficientemente expuestas por nuestros primeros trabajos teóricos complementados con la inestimable recopilación iconográfica de Javier Fuentes en una página específica de este blog.
Tradiciones y persistencias culturales han condicionado múltiples aspectos gráficos de las representaciones gráficas del rinoceronte como la de prácticamente cualquier especie animal, y deberíamos recordar lo que hemos recopilado, remeditado y expuesto en nuestros artículos sobre la iconografía del mono:


Por añadidura, la apacible expresión del chimpancé anterior contrasta con la actitud agresiva, amenazadora, del orangután, que adquiere por su expresión agresiva (siempre culpamos a nuestro lado animal de todo rasgo de agresividad) una bestialización de su carácter, en relación a la clara humanización que acusa la imagen del grabado antiguo, que en realidad antropomorfiza la pose del animal, pero no tanto en sus demás rasgos.
En definitiva, lo único que consigue Dmítriev (seguramente por causas relativas a la edición del libro que le son ajenas) es dar orangután por chimpancé con argumentos, paradójicamente, realistas.
Presumo que el error no es achacable al autor del libro, sino al responsable de su edición porque el propio Dmítiriev admite que la popularidad de los monos antropoides (y me refiero a una estricta clasificación primatológica) no fue posible hasta en Europa hasta el siglo XIX, salvo los ejemplares aislados, pertenecientes a colecciones como las que han servido de referencia para algunas de las ilustraciones que mostramos en el presente volumen).
El primer orangután que se pudo ver en Londres llegó al parque zoológico en 1830 , y el primer chimpancé en 1836. Incluso, el mismo Dmítriev, , nos hace notar que “el gorila sólo se trasladó a Europa en 1855, y además hizo su viaje ‘de incógnito’, pues nadie, ni siquiera los científicos, sabían que aquel antrpoide era un gorila.”


En las ediciones originales de las obras del autor alemán, se había dado mucha importancia al realismo y exactitud de sus imágenes, cuya inspiración en las novedosas fotografías, sin embargo, no había abandonado ciertas pautas compositivas propias del dibujo y la pintura, ya que el pictioralismo fotográfico, al fin y al cabo, era algo muy corriente, y el retoque manual de las fotos , tampoco era infrecuente.
En realidad, la vieja ilustración mencionada por Dmítriev es un caso similar al del rinoceronte de Durero. La idea de concebir a los monos como cierta forma particular de humanidad era más normal de lo que el mítico triunfo de Huxley sobre Wibelforce ha pretendido ocultar.
Era la sociedad pudiente (la ilustrada, tanto en el mundo científico como en el teológico y religioso), políticamente correcta, la que menospreciaba semejante criterio, pero la mentalidad popular entendía con facilidad el realismo que suponía la “humanidad” que dotaba de realismo la imagen de cualquier mono o simio.
La identificación de rasgos de dureza en la coraza del rinoceronte de Durero es, en cierto modo, equivalente a la identificación de rasgos humanos en las representaciones de monos y simios, rasgo perfectamente comprensible mucho antes de las argumentaciones de Wallace, Huxley o Darwin, como podemos observar, por ejemplo en la imagen de la izquierda, extraída también de la enciclopedia Diderot et D´Alembert, haciendo depositarios a los monos de la imaginería de los antiguos seres de la fantasía feérica, humanizados en sus maneras, erguidos y usando bastones, tanto el chimpancé como el gibón, protohumanos ilustrados mucho antes de la aparición de las teorías evolutivas desarrolladas por Wallace y constatadas oficialmente por Darwin.

Mafa Alborés (extracto de "El animal invisible")
Cuando comencé a trabajar en los contenidos del texto original de "El Animal Invisible" y la tesis doctoral en la que se convirtió (además de los contenidos en línea de los que disponéis en este nuestro/vuestro blog), utilizaba un ejemplo experimental sencillo y muy ilustrativo de cuanto estamos exponiendo, en el que hacía participar a mis alumnos para que comprendiesen la importancia del dibujo como herramienta de comunicación y su grado de responsabilidad en la transmisión de conocimientos, sin ir más lejos, de historia natural.
El ejercicio era tan sencillo como el viejo juego infantil del "mensaje secreto", "el susurro" o "el teéfono", como quiera lo denominase cada quién en su infancia. En vez de un mensaje oído, se trataba de comunicar una información visual, en este caso describir las características de un animal como herramienta para identificar su especie, así que, desde la ignorancia del dibujante, e independientemente de su mayor o menor pericia, se encargaba a un alumno copiar lo más fielmente posible la imagen fotográfica de un animal por un tiempo limitado.



Es remarcable el recurso de dibujar unos incisivos sobresalientes, seña identitataria de todo roedor dibujado, aunque asomen fuera de la boca en un ángulo imposible y que forma parte de una convención, una tradición, que es efectiva como señal distintiva pero que no se ajusta a la realidad de un ejemplar sano y no lesionado.


En este, su compañera interpretará la identificación del animal como una ardilla sin género de dudas y procedrá a dibujar su propia versión de ardilla procurando respetar las proporciones y características gráficas de dicho referente, aunque, como en los casos anteriores, busca su propia manera de interpretar cómo se vería un ojo de perfil, cosa que por otra parte se da desde el segundo dibujo no realizado directamente de imagen fotográfica, que intenta mejorar una aparente simpleza en representar el ojo como un mero círculo oscuro (en realidad mucho más preciso como reprodución del aspecto visual de dicho rasgo) y añadirá una cierta sombra proyectada que proporcionará una cierta solidez o materialidad al precisar la figura de un suelo en el que sustentarse.

Observamos una reducción de las orejas que de algún modo proviene del tercer dibujo, al igual que el perfil ligeramente en punta de las mismas (como una intuición de que algo falla, de que "juraría que las ardillas tienen las orejas puntiagudas").

En este caso, la alumna, en un contexto de estudios específicos de cómic, creyó que debía mostrar sus aptitudes estilísticas para un medio de expresión concreto dejándose llevar por el peso de su tradión gráfica y su típicas convenciones, y escogió una simplificación gráfica que ignoraba detalles, limitándose a una silueta en sombra, como a contraluz, oculta entre los entresijos de una escenografía improvisada pero reafirmante del concepto "ardilla", asociada a la rama de un árbol de ambigua identificación pero con cierto aire de pino.


Vemos, pues, que la habilidad para el dibujo, o, mejor dicho, la precisón que de ésta depende, puede verse afectada por la interpretación subjetiva no sólo de lo observado, sino de las espectativas propias sobre las preferencias del destinatario o de quien encarga el trabajo.
Intentemos imaginar los problemas implícitos en intentar hacer acopio documental, gráfico, de especies animales reconocibles y bien diferenciadas.

De todas formas, solemos pensar que antes del renacimiento y del humanismo de tintes protonaturalistas, los dibujantes eran torpes, esquemáticos, e identificamos el típico estilo medieval con las esquemáticas interpretaciones xilográficas de los bestiarios de Aldrovandi (que en realidad eran impresos y post renacentistas) o con las ilustraciones de códices y bestiarios manuscritos medievales. Pero, por extensión, al margen de trabajos de tema religioso o mitológico del renacimiento y en adelante, asociamos el realismo cuasifotorrealista a la pintura barroca, y la ilustración naturalista más precisa a la era de la Ilustración a partir del siglo XVIII, o al dibujo contemporáneo, al hiperrealismo pop educado en la fotografía y el fotograbado masivo, pero bastarían unos pocos ejemplos para convencernos de lo contrario. Yo me limitaría a observar el dibujo de una rana arborícola muerta realizado por Jan Van Kessel el viejo (1626-1679).
Puestos a buscar otros ejemplos de convenciones del dibujo aliadas a preferencias culturales que han persistido en la distorsión iconográfica de ciertos animales, podríamos rebuscar en nuestros propios archivos y recordar cuanto habíamos expuesto acerca de la problemática representación gráfica de la boca del cachalote. De hecho podríamos añadir algunos aspectos que nos habíamos dejado en el tintero, y que tienen que ver con la manera en que se han reproducido con mayor o menor fidelidad las imágenes de ballenas a lo largo de la historia de la ilustración científica y zoológica.
No en vano, hace poco más de un año, exponíamos las razones por las que los cetáceos y otros grandes animales marinos eran representados en simbólico varamiento, fuera del agua, como accidentalmente arrojados a la costa o como si realmente pudiesen hacerlo ocasionalmente como si fuesen pinípedos.
El persistente recurso de la ballena varada heredero de imágenes célebres que daban testimonio de acontecimientos de repercusión pública para asombro y fascinación general, que acabó por convertirse en una convención gráfica verosímil para representar a los grandes animales marinos en las páginas de los libros de Historia Natural, fuente de información y conocimiento, pero también de fascinación y atracción atávica por lo monstruoso y lo sorprendente.

La interpretación [1] de la vista ventral del cachalote, aunque errónea, aparece en multitud de ilustraciones naturalistas por una combinación de preferencias gráficas y culturales. A un gran animal ha de corresponder una gran boca.
La auténtica estrechez de la boca del cachalote parecería mal dibujada, no sería asimilable a la preconcepción imaginaria del animal, de su, digamos, verdad conceptual, por lo que el exacto dibujo de su boca no parecería verosímil, un conflicto que queda resuelto aumentando la amplitud de las mandíbulas de la criatura.


La versión fílmica en dibujos animados de Walt Disney muestra claramente a una especie de ballena, hasta cierto punto verosímil pero inexistente, a la que se atribuye el nombre propio de Monstruo como concesión a los relatos originales de Collodi.



Pensemos ahora, además de en las especulaciones a partir de grandes animales difíciles de ver al completo y en su estado natural hasta el advenimiento de los equipos de inmersión y de filmación subacuática, lo que facilitaba las especulaciones o las imágenes fantasiosa pero todavía con visos de verosimilitud, en las especulaciones gráficas y escultóricas a partir de vestigios fósiles. Los artistas al servicio de los paleontólogos han sido los auténticos responsables de la evolución iconográfica de especies como el iguanodón, tal y como hemos expuesto en entradas específicas al respecto.
Para terminar esta reflexión de hoy, quiero volver al ejercicio propuesto a mis alumnos, en este caso alumnos de Grado Medio de Asistente al Producto Gráfico Impreso, más numerosos y de aptitudes gráficas más diversas para que volvamos a reflexionar sobre las confusas imágenes de especies felinas, sobre leopardos, panteras y grandes gatos, sobre las diferencias anatómicas entre éstos y otros órdenes o familias como los cánidos, los vivérridos o los mustélidos, las diferencias o parecidos posibles a la hora de describir un gato, un zorro o un tejón, y comparar dicho caso con las posibles confusiones entre especies de evolución convergente como chinchillas y ardillas expuestas anteriormente.
Pero esta vez propongo invertir el orden del juego una vez concluído para su exposición. Comenzaremos por el último dibujo de la serie para que ésta culmine en el primero, en el que sirvió de modelo original para los alumnos participantes en el experimento. Nos reencontramos al pié de la entrada para aclarar tan sólo un par de puntos significativos.
GM APGI:
Esperamos haber despertado vuestra curiosidad.
Entradas y enlaces relacionados:
La boca del cachalote, una vez más.
Imágenes manchadas e imágenes de gatos manchados.
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com/2012/06/imagenes-manchadas-e-imagenes-de-gatos.html
la contribución del arte a las ciencias
Diformismo sexual (avestruz, mariposa)
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com/2014/05/alas-macho-y-hembra-en-mariposas.html
Invitación a seguir IMAGINANDO DINOSAURIOS
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com/2016/04/invitacion-seguir-imaginando-dinosaurios.html
Cucarachas y escarabajosLa imagen del mono
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com/2017/04/de-kafka-zhuangzi-segun-andricin-como.html
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com.es/2012/04/animal-blanco-animal-negro-animal.html
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com/p/iconografia-del-rinoceronte-mafa.html
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com/2012/06/la-boca-del-cachalote-una-vez-mas.html