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lunes, 19 de octubre de 2015

Fotografía y simulacro: Niños criados por animales. Un turbador proyecto fotográfico de Julia Fullerton-Batten entre la realidad y la ficción fotográfica.

Julia Fullerton-Batten, en su serie fotográfica Feral, nos sumerge en la representación fotográfica de los casos reales que inspiraron el personaje de Mowgli o el de Tarzán.


La fotógrafa en una de sus localizaciones escénicas
Julia Fullerton-Batten
Gregory Crewdson
Sandy Skoglund
Ya hace un tiempo que nos llama la atención los trabajos de Julia Fullerton-Batten, especialmente aquellos que constituyen una apariencia de testimonio documental de mundos inexistentes pero posibles. Me refiero con ello a aquellas fotografías que evocan aspectos de la fotografía documental pero que se sirven de los recursos típicos del arte conceptual mediante técnicas fotográficas al que hemos aludido en ciertas ocasiones. Se trata de trabajos que se asemejan a las propuestas de ilutradores y pintores especializados para orientar el trabajo de los directores de arte y directores de foografía en producciones cinematográficas. Existen casos emblemáticos, como el de Giger para el Alien de Ridley Scott, o el de Alan Lee, ilustrador emérito de la obra de Tolkien, para la saga del Señor de los Anillos de Peter Jackson. Sin embargo, hoy en día ya no son estrictamente los cineastas, fotógrafos a la postre, los que se inspiran en el trabajo de ilustradores y pintores, sino que el mundo del cine constituye una fuente de inspiración para los artistas figurativos, aglutinados por los soportes digitales en mundos compartidos por infógrafos, ilustradores y fotógrafos. Si el realismo de Alex Ross para los cómics de Superhéroes constituye un valioso material referencial para quien quiera imaginarse la materialización fotográfica de los mundos dibujados, existen artistas que se han movido en terrenos ambiguos, imitando la estética del cine, o cuando menos de la "foto fija" promocional, en la línea de Gregory Crewdson o Cindy Sherman, u otros que han buscado un paralelismo formal con la pintura, como la misma Sherman o, de forma alternativa, Pierre Gonnord. No obstante es el caso de Crewdson el que más nos recuerda a las escenografías y dramatizaciones estudiadamente preconcebidas de Fullerton-Batten, quien conectaría de algún modo con algunos de los palnteamientos para ciertos trabajos de Sandy Skoglund o de evidentes seguidores de su estilo como Jee Young Lee. Estamos hablando del diseño y realización de toda una escenografía para captar una imagen fotográfica referida a una historia concreta, sea de ficción o basada en hechos reales.

Annie Leibovitz
Jee Young Lee
Lo curioso del caso es que la fotografía todavía aporta su condición de reflejo de la realidad y las múltiples connotaciones de su realismo fotográfico, de modo que constituye algo así como la materialización de un sueño, de una ficción o de un hecho pasado no documentado gráficamente. En este sentido, el ejemplo de Crewdson se mueve en terrenos ambiguos de la literatura, la poesía, el cine y el reportaje fotográfico, aunque su método de trabajo se parece más bien a un rodaje de cine en toda regla, no muy lejos de las ya emblemáticas recreaciones de personajes del universo Disney a cargo de Annie Leibovitz para Vanity Fair. Lo que sí parece constatarse en todos estos autores tan dispares es que, al moverse en las fronteras de lo real y lo imaginario, de lo natural y lo artificial, suelen presentar en sus escenas frecuentes coincidencias de elementos naturales en interiores arquitectónicos tanto como incursiones de personajes civilizados en espacios naturales que se antojan ora hostiles ora arquetípicos de un paraíso animal perdido. Para no agrandar excesivamente la extensión de esta entrada, no voy ilustrar mi argumentación con ejemplos gráficos hasta una próxima entrada específica para comentar las coincidencias entre los autores que hemos mencionado. Al fin y al cabo, estamos hoy aquí para comentar un trabajo concreto de Julia Fullerton-Batten que ha atraído la atención de los medios y de las redes. Se trata de Feral, una serie fotográfica de imágenes-testimonio que no son documentales pero se inspiran en hechos reales que han conmovido particularmente a la fotógrafa, y que ponen en tela de juicio la relación entre el ser humano y su condición social con la naturaleza, por un lado, y el ser humano como animal individual con los entornos artificiales, por otro. Feral se refiere a la peculiar condición de los niños criados por animales, presentes en nuestra cultura desde la antigüedad en narraciones tan emblemáticas como las que se refieren a la fundación de Roma por Rómulo y Remo, criados por una loba. Fullerton-Batton indaga en una serie de casos bastante documentados de niños perdidos en la naturaleza y ciados por animales o de niños en estado de abandono que han sobrevivido junto a compañeros de otras especies, adoptando sus hábitos etológicos y alimenticios. Si en su día el mismo caso real divulgado por la prensa inspiró tanto el Tarzán de Edgar Rice-Burroughs como el Mowgli de Rudyard Kipling, lo cierto es que la divulgación de este tipo humanos asilvestrados ponen a juicio la capacidad del hombre para salir airoso como animal y seguir destacándose como representante de la supuesta supremacía de su especie. Si ya la relación entre adultos e infantes pasa por la problemática asociación entre niños y animales, lo cierto es que el mito del hombre salvaje y su constatación fascina al primero de los animales en ser domesticado: al hombre.
Lo cierto es que los casos observados por la fotógrafa en este particular proyecto reivindican de algún modo el retorno a la vida natural renunciando al comportamiento propio del humán socializado, pero también a la empatía con aquellos animales condenados a un entorno impropio debido a la domesticación, cómpliceas accidentales de una animalización sin asilvestramiento propiamente dicho. Se trata pues de un proyecto fronterizo: en las fronteras entre narración literaria y narración periodística, entre antropología y zoología, entre fotografía documental y fotografía creativa, entre realidad y ficción.

Las imágenes de Feral guardan una estrecha relación formal con otras obras  de Fullerto-Batten basadas en la recreación escénica, pero lo particularmente turbador o conmovedor de estas fotografías es precisamente su carácter de ficción basada en hechos reales, puesto que son estos hechos a los que la autora señala como fuera de plano, impresionando más que obviando su presencia. Tal vez parezca paradójico, pero de algún modo yo lo veo así, aunque es difícil concretar las intenciones de la fotográfa tras este interesante experimento.













Hemos tenido noticia de este trabajo de Julia Fullerton-Batten a partir de un artículo para BBC Cultura de Fiona Macdonal, que hemos traducido y reproducido parcialmente a continuación para que podáis entender un poco mejor la realidad tras la simulación fotográfica y la necesidad de la propia autora de testimoniarlo en imágenes.




http://www.bbc.com/culture/story/20151012-feral-the-children-raised-by-wolves

Fotografía

 Feral: Los niños criados por lobos

    
Por Fiona Macdonald 12 de octubre 2015

 
Hermoso e inquietante al mismo tiempo, las imágenes en el último proyecto de Julia Fullerton-Batten tienen una ensoñadora calidad de cuento de hadas. Sin embargo, las vidas que retratan son reales.
 

"Hay dos escenarios diferentes - uno donde el niño terminó en el bosque, y otro donde el niño estaba en realidad en casa, en tal estado de abandono y abuso ​​que obtuvo mayor confort de los animales que de los humanos", explica la fotógrafa a BBC Cultura. 
  
Oxana Malaya, Ucrania, 1991 (Julia Fullerton-Batten) 
Esta imagen recrea el caso de una niña ucraniana Oxana Malaya. Según Fullerton-Batten, "Oxana se encontró viviendo con perros en una perrera en 1991. Tenía ocho años y había vivido con los perros durante seis. Sus padres eran alcohólicos y una noche, que la habían dejado afuera, buscando el calor, a los tres años de edad, se metió en la perrera  de la granja y se acurrucó con los perros mestizos, un acto que probablemente le salvó la vida. Corría a cuatro patas, jadeando con la lengua fuera, enseñaba los dientes y ladraba. Debido a su falta de interacción humana, sólo sabía las palabras "sí" y "no". "Oxana ahora vive en una clínica en Odessa, trabajando con animales de granja del hospital. 



Shamdeo, India, 1.972 (Julia Fullerton-Batten)
"Esto no es como Tarzán," dice Fullerton-Batten. "Los niños tuvieron que luchar contra los animales por su propia comida, tuvieron que aprender a sobrevivir. Cuando leí sus historias, me quedé muy sorprendida y horrorizada. "

Hay 15 casos en su proyecto de Feral Children, una puesta en escena fotográfica contando las historias de gente aislada del contacto humano, a menudo desde una edad muy temprana. Ésta muestra Shamdeo, un niño que fue encontrado en un bosque en la India en 1972 - que se estimó en cuatro años. "Estaba jugando con los cachorros de lobo. Su piel era muy oscura y había afilado los dientes, con uñas largas en forma de gancho, enmarañado cabello y callos en sus palmas, los codos y las rodillas. Era aficionado a la caza de pollo, a comer tierra y tenía predilección por la sangre. Se asoció con los perros "Él nunca hablaba, pero aprendió algo de lenguaje de señas, y murió en 1985. 
 



Marina Chapman, Colombia, 1959 (Julia Fullerton-Batten)
La fotógrafa se inspiró para comenzar su proyecto tras leer The Girl With No Name, un libro sobre la mujer colombiana Marina Chapman. "Marina fue secuestrada en 1954 a los cinco años de edad en un pueblo sudamericano remoto y abandonada por sus secuestradores en la selva", dice Fullerton-Batten. "Vivió con una familia de monos capuchinos durante cinco años antes de que fuera descubierta por los cazadores. Comía bayas, raíces y plátanos arrojados por los monos; dormía en agujeros de los árboles y caminaba a cuatro patas, como los monos. No era como si los monos la alimentasen sino que tuvo que aprender a sobrevivir; tenía la capacidad y el sentido común para copiar su comportamiento, que se acostumbraron a ella, despiojando su pelo y tratándola como a un mono. "Chapman ahora vive en Yorkshire, con un marido y dos hijas. "Debido a que era una historia tan inusual, un montón de gente no le creyó llegando al punto de radiografiar su cuerpo y observar sus huesos para ver si había padecido realmente desnutrición, llegando a la conclusión de que podría haber pasado." Fullerton-Batten contactó con ella: "Se mostró muy feliz por usar su nombre y realizar esta toma". 




John Ssebunya, Uganda, 1991 ( Julia Fullerton-Batten) 
La fotógrafa fue asesorada por Mary-Ann Ochota, una antropóloga británica y presentadora de la serie televisiva Feral Children. "Ella había estado en Ucrania, Uganda y Fiji y se reunió con tres de los hijos sobrevivientes," dice Fullerton-Batten. "Fue útil para orientarme en cómo se posicionan las manos, cómo caminan, cómo sobrevivieron - Quería hacer esta mirada tan real y tan creíble como fuera posible." 
Esta imagen se refiere al caso de John Ssebunya. "John huyó de su casa en 1988, cuando él tenía tres años después de ver a su padre asesinar a su madre," dice Fullerton-Batten. "Huyó a la selva donde convivió con monos. Fue capturado en 1991 cuando contaba cerca de seis años, y fue internado en un orfanato ... Tenía callos en las rodillas de caminar como un mono. "John ha aprendido a hablar, y fue miembro del coro de niños de la Perla de África". Aunque muchas de las historias de los niños salvajes son tan mito como realidad, Ochota cree el relato de Ssebunya. "Esto no era parte del hilo estándar de la broma salvaje-niño", escribió en The Independent en 2012. "Estábamos investigando un caso real." 

 

Madina, Rusia, 2013 (Julia Fullerton-Batten) 
"Estos extraños, los niños salvajes, son a menudo una fuente de vergüenza y secretismo dentro de una familia o de la comunidad", escribe Mary-Ann Ochota en su sitio web. "Estas no son historias del "Libro de la Selva", que a menudo muestran el horror de casos de negligencia y abuso. Y es muy probable debido a una trágica combinación de adicción, violencia doméstica y pobreza. Estos son los niños que cayeron en el olvido, que fueron olvidados o ignorados o escondidos. "
De acuerdo a Fullerton-Batten, "Madina vivían con perros desde su nacimiento hasta los tres años, compartiendo su comida, jugando con ellos, y durmiendo con ellos cuando hacía frío en invierno. Cuando los trabajadores sociales la encontraron en 2013, estaba desnuda, caminando a cuatro patas y gruñendo como un perro. El padre de Madina la había abandonado poco después de su nacimiento. Su madre, de 23 años, se dio al alcohol. Estaba con frecuencia demasiado borracha para cuidar de su hija y ... se sentaba a la mesa para comer, mientras que su hija roía los huesos en el suelo con los perros." Madina fue atendida por médicos que encontraron que se hallaba mental y físicamente saludable a pesar de lo que había pasado. 

 

 Sujit Kumar, Fiji, 1978 (Julia Fullerton-Batten) 
"Sujit tenía ocho años cuando se encontró en medio de una carretera cacareando y agitando los brazos comportándose como un pollo", dice Fullerton-Batten. "Picoteaba la comida, se agachaba en una silla a modo de descanso, y emitía chasquidos rápidos con la lengua. Sus padres lo habían encerrado en un gallinero. Su madre se suicidó y su padre fue asesinado. Su abuelo se hizo cargo de él, pero aún le mantenía confinado en el gallinero. "Para los niños, la transición después de haber sido encontrados podría ser tan difícil como los años pasados ​​en aislamiento. "Cuando fueron descubiertos, constituyó un shock, en la medida que habían aprendido el comportamiento animal, sus dedos eran garras y ni siquiera podían sostener una cuchara. De repente, todos estos seres humanos estaban tratando de conseguir que se sientiesen bien y hablasen. "
Kumar está al cuidado de Elizabeth Clayton, que lo rescató de una residencia de ancianos y estableció una vivienda de caridad para niños necesitados. 





Ivan Mishukov, Rusia, 1998 (Julia Fullerton-Batten) 
A pesar de los desgarradores relatos de su serie fotográfica, las imágenes de Fullerton-Batten cuentan una historia de supervivencia. "Todos los seres humanos necesitan el contacto humano, pero para estos niños toda su vida se enfoca en un instinto de supervivencia", dice, preguntándose "si los que viven en la compañía de los animales salvajes estaban quizá mejor que aquellos cuyas jóvenes vidas  se gastaron sin compañerismo en absoluto."
Ivan se escapó de su familia a la edad de cuatro años, alimentándose de restos de comida de una jauría de perros asilvestrados  y, finalmente, convirtiéndose en una especie de líder de la manada. Vivió en las calles durante dos años, antes de ser trasladado a un hogar de niños.  
 En su libro Savage Girls And Wild Boys: A History of Feral Children, Michael Newton escribió que "La relación ha funcionado perfectamente, mucho mejor que cualquier cosa que Iván hubiese conocido entre sus compañeros humanos. Rogó por la comida, y lo compartió con su grupo. A cambio, dormía con ellos en la densa oscuridad de las largas noches de invierno, cuando las temperaturas se desplomaban."
Fullerton-Batten cree que el "niño salvaje" puede revelar mucho de lo que se esconde dentro de las sociedades aparentemente civilizadas. Una ciudad puede ser tan inhóspita como bosque. "Ivan se escapó, así que fue una elección que hizo, no estar en casa, pero su casa debe haber sido tan mala que prefería estar en la calle con una jauría de perros", dice ella. "Yo estaba tratando de no ser de explotación. Tres de los casos inspiraron organizaciones benéficas. Quería crear conciencia sobre lo que todavía está sucediendo "

http://www.bbc.com/culture/story/20151012-feral-the-children-raised-by-wolves

http://www.juliafullerton-batten.com/


  Photography

Feral: The children raised by wolves

    By Fiona Macdonald


12 October 2015

Oxana Malaya, Ukraine, 1991

Beautiful and disturbing at the same time, the images in Julia Fullerton-Batten’s latest project have a dreamlike, fairy-tale quality. Yet the lives they portray are real. “There are two different scenarios – one where the child ended up in the forest, and another where the child was actually at home, so neglected and abused that they found more comfort from animals than humans,” the photographer tells BBC Culture. This image recreates the case of Ukrainian girl Oxana Malaya. According to Fullerton-Batten, “Oxana was found living with dogs in a kennel in 1991. She was eight years old and had lived with the dogs for six years. Her parents were alcoholics and one night, they had left her outside. Looking for warmth, the three-year-old crawled into the farm kennel and curled up with the mongrel dogs, an act that probably saved her life. She ran on all fours, panted with her tongue out, bared her teeth and barked. Because of her lack of human interaction, she only knew the words ‘yes’ and ‘no’.” Oxana now lives in a clinic in Odessa, working with the hospital’s farm animals. (Credit: Julia Fullerton-Batten)

Shamdeo, India, 1972

“This is not like Tarzan,” says Fullerton-Batten. “The children had to fight the animals for their own food – they had to learn to survive. When I read their stories, I was shocked and horrified.” There are 15 cases in her Feral Children project, staged photographs telling the stories of people isolated from human contact, often from a very young age. This one shows Shamdeo, a boy who was found in a forest in India in 1972 – he was estimated to be four years old. “He was playing with wolf cubs. His skin was very dark, and he had sharpened teeth, long hooked fingernails, matted hair and calluses on his palms, elbows and knees. He was fond of chicken-hunting, would eat earth and had a craving for blood. He bonded with dogs.” He never spoke, but learnt some sign language, and died in 1985. (Credit: Julia Fullerton-Batten)

Marina Chapman, Colombia, 1959

The photographer was inspired to start her project after reading The Girl With No Name, a book about the Colombian woman Marina Chapman. “Marina was kidnapped in 1954 at five years of age from a remote South American village and left by her kidnappers in the jungle,” says Fullerton-Batten. “She lived with a family of capuchin monkeys for five years before she was discovered by hunters. She ate berries, roots and bananas dropped by the monkeys; slept in holes in trees and walked on all fours, like the monkeys. It was not as though the monkeys were giving her food – she had to learn to survive, she had the ability and common sense – she copied their behaviour and they became used to her, pulling lice out of her hair and treating her like a monkey.” Chapman now lives in Yorkshire, with a husband and two daughters. “Because it was such an unusual story, a lot of people didn’t believe her – they X-rayed her body and looked at her bones to see if she was really malnourished, and concluded that it could have happened.” Fullerton-Batten contacted her: “She was very happy for me to use her name and do this shoot.” (Credit: Julia Fullerton-Batten)

John Ssebunya, Uganda, 1991 (Credit: Credit: Julia Fullerton-Batten)

John Ssebunya, Uganda, 1991

The photographer was advised by Mary-Ann Ochota, a British anthropologist and presenter of the TV series Feral Children. “She had been to Ukraine, Uganda and Fiji and met three of the surviving children,” says Fullerton-Batten. “It was helpful in directing me in how they position their hands, how they walk, how they survived – I wanted to make this look as real and as believable as possible.” This image deals with the case of John Ssebunya. “John ran away from home in 1988 when he was three years old after seeing his father murder his mother,” says Fullerton-Batten. “He fled into the jungle where he lived with monkeys. He was captured in 1991, now about six years old, and placed in an orphanage… He had calluses on his knees from walking like a monkey.” John has learned to speak, and was a member of the Pearl of Africa children’s choir. While many of the stories of feral children are as much myth as reality, Ochota believes Ssebunya’s account. “This wasn’t part of the standard feral-child hoax yarn,” she wrote in The Independent in 2012. “We were investigating a real case.” (Credit: Julia Fullerton-Batten)

Madina, Russia, 2013

“These strange, feral children are often a source of shame and secrecy within a family or community,” writes Mary-Ann Ochota on her website. “These aren't Jungle Book stories, they're often harrowing cases of neglect and abuse. And it's all too likely because of a tragic combination of addiction, domestic violence and poverty. These are kids who fell through the cracks, who were forgotten, or ignored, or hidden.” According to Fullerton-Batten, “Madina lived with dogs from birth until she was three years old, sharing their food, playing with them, and sleeping with them when it was cold in winter. When social workers found her in 2013, she was naked, walking on all fours and growling like a dog. Madina’s father had left soon after her birth. Her mother, 23 years old, took to alcohol. She was frequently too drunk to look after for her child and… would sit at the table to eat while her daughter gnawed bones on the floor with the dogs.” Madina was taken into care and doctors found her to be mentally and physically healthy despite what she had been through. (Credit: Julia Fullerton-Batten)

Sujit Kumar, Fiji, 1978

“Sujit was eight years old when he was found in the middle of a road clucking and flapping his arms and behaving like a chicken,” says Fullerton-Batten. “He pecked at his food, crouched on a chair as if roosting, and would make rapid clicking noises with his tongue. His parents locked him in a chicken coop. His mother committed suicide and his father was murdered. His grandfather took responsibility for him but still kept him confined in the chicken coop.” For the children, the transition after being found could be as difficult as the years spent in isolation. “When they were discovered, it was such a shock – they had learnt animal behaviour, their fingers were claw-like and they couldn’t even hold a spoon. Suddenly all these humans were trying to get them to sit properly and talk.” Kumar is now cared for by Elizabeth Clayton, who rescued him from an old people’s home and set up a charity housing children in need. (Credit: Julia Fullerton-Batten)

Ivan Mishukov, Russia, 1998

Despite the harrowing accounts in her series, Fullerton-Batten’s images tell a story of survival. “All human beings need human contact, but for these children their whole life becomes focused on a survival instinct,” she says, asking “if those living in the companionship of wild animals were perhaps better off than those whose young lives were spent with no companionship at all.” Ivan ran away from his family at the age of four, feeding scraps of food to a pack of wild dogs and eventually becoming a kind of pack leader. He lived on the streets for two years, before he was taken to a children’s home. In his book Savage Girls And Wild Boys: A History Of Feral Children, Michael Newton wrote that “The relationship worked perfectly, far better than anything Ivan had known among his fellow humans. He begged for food, and shared it with his pack. In return, he slept with them in the long winter nights of deep darkness, when the temperatures plummeted.” Fullerton-Batten believes the ‘feral child’ can reveal much that is hidden within seemingly civilised societies – a city can be as inhospitable as a forest. “Ivan ran away so it was a choice he made, not to be at home – but his home must have been so bad that he would rather be on the streets with a pack of dogs,” she says. “I was trying not to be exploitative. Three of the cases inspired charities – I wanted to raise awareness about what is still going on.” (Credit: Julia Fullerton-Batten)


http://www.bbc.com/culture/story/20151012-feral-the-children-raised-by-wolves

http://www.juliafullerton-batten.com/

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