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lunes, 9 de febrero de 2015

Iluminación y óptica. Arte y percepción. Fotografía y simulacro. Michael Paul Smith: Elgin Park. Costumbrismo en miniatura de Satoshi Araki y poesía pacifista de Mika Araki.

Satoshi Araki
Permitidnos volver a uno de nuestros temas predilectos: los mundos a escala. Y lo hacemos, una vez más, de la mano (habilidosa sin duda) de nuestro muy apreciado Michael Paul Smith, con quien daremos paso, de forma bastante oportuna, a las escenografías, dioramas y modelismos en miniatura de Satoshi Araki, un japonés que imprime una pátina de tiempo y herrumbre a muchas de sus recreaciones. Hemos encontrado un hueco para su mujer Mika, excelente constructora también de dioramas en miniatura, que se aleja un poquito del costumbrismo testimonial de las obras de Satoshi añadiendo un plus de poesía pacifista, aún trabajando básicamente con los mismos elementos. No llega al lirismo de los montajes de Thomas Doyle, a quien ya hemos mostrado en nuestro espacio, o de otros artistas que aplican las técnicas del modelismo a terrenos artísticos más sofisticados conceptualmente, entre los que destacaríamos a Maico Akiba.

La novedad por parte de Smith es la realización de una especie de falso documental sobre un lugar hipotético que evoca una época pasada del paisaje urbano norteamericano, una especie de Radiador Springs particular en el que la estética vintage de las fotografías acentúa la sensación de reportaje fotográfico añejo. El uso y construcción de piezas de modelismo basadas en diseños de los años 40 y 50 nos llevan a Elgin Park, una población situada en algún rincón de la memoria que juega con nuestra percepción visual. La parte esencial del truco atañe a la percepción del enfoque y la profundidad de campo, ya que Smith utiliza cámaras enfocadas a la hiperfocal para integrar sus maquetas a escala con el entorno urbano y/o paisajístico real. Fotografía preferentemente con luz natural y el resultado es tan realista que si no se nos muestra el fuera de campo escénico creemos estar ante decorados reales. El "making-off" de su peculiar documento audiovisual nos informa de sus recursos a la vez que le sirven de excelente tarjeta de presentación profesional (Michael Paul Smith, además de fotógrafo, es maquetista y diseñador de efectos ópticos para cine). La rotunda sencillez de sus recursos, junto con la extraordinaria calidad de sus modelos y sus acabados, logran el llamativo realismo de este peculiar viaje en el tiempo, que nos habla de cuán arraigado está el diseño industrial y la cultura de la automoción en la cultura estadounidense.

El trabajo de Smith os lo ofrecemos a través de un extracto de una entrada original de Christopher Jobson para COLOSSAL:



Elgin Park from Animal on Vimeo.

Behind the Scenes of Elgin Park, a Retro City of Optical Illusions Photographed by Michael Paul Smith

Here at Colossal we’ve long been fans of photographer Michael Paul Smith whose broad life experiences lead him to the creation of Elgin Park, a fictional 20th century town filled with miniature 1/24th-scale models of cars and buildings. Smith mixes his carefully crafted model sets with die-cut automobiles and real-life backdrops, taking advantage of an optical illusion known as forced perspective. The photos have been a massive hit with the internet, racking up over 70 million views on his Flickr account alone.
Smith recently sat down with documentary director and producer Danny Yourd of Animal to discuss his significant personal challenges and life experiences that are now the driving force behind his photography. This is a must-watch for any creative grappling with aspects of identity or personal history in their artwork. He’s is also on the verge of publishing a new book, Elgin Park, which is available now for preorder. Seen here are some of his most recent photos along with behind-the-scenes views, there’s much more over on Flickr. (via PetaPixel)
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Satoshi Araki: En el caso del modelista japonés destacaríamos su habilidad para dotar de una pátina de tiempo y desgaste a las construcciones y objetos que habitan sus dioramas. Tal vez se quedan en meros ejercicios de maestría maquetista, pero su calidad está fuera de toda duda y despiertan nuestra sincera admiración. También es cierto que solemos relacionar los simulacros escénicos con su capacidad fotogénica para resultar convincentes, lo que exige por parte del artista un profundo conocimiento de nuestra percepción visual y de la iluminación en fotografía. Araki sale airoso y sabe escoger los enfoques y encuadres que mejor funcionan, tanto a plena luz del día, a la manera de Michael Paul Smith, como cuando incluye iluminación artificial en sus pequeños escenarios, de manera creíble y siempre sorprendente. Su conocimiento de la vegetación de carácter invasivo, integrada a sus recreaciones arquitectónicas, aporta a sus escenarios una verosimilitud sorprendente. Fijaos, si no, en la pared del hangar-astillero junto al que vemos en dique seco un barco atunero: la hiedra que cubre parcialmente la pared del edificio, junto con la pátina de oxidación y de pintura blanquada por la intemperie, consigue engañar al ojo experimentado y hacer pasar el simulacro por la fotografía de un verdadero espacio industrial de una área rural semiurbana.



































Esta pieza, inspirada posiblemente en un escenario real, un testimonio del conflicto bélico de la segunda Guerra Mundial, que marcó un antes y un después en la cultura japonesa, encierra indudablemente un cierto lirismo antibelicista y pacifista en el que los cultivos y la naturaleza, aunque sean de mentirijillas, se han apropiado de los elementos artificiales agresores del entorno natural y humano. No es nuevo, desde luego, pero precisamente por ello resulta tan claro y eficaz.
















Como podréis comprobar ante estas muestras, Mika, la mujer de Satoshi Araki, también es una excelente modelista y miniaturista, muy preocupada por los matices cromáticos y los detalles de textura en sus trabajos, y, aunque no disponemos de más variedad de muestras, intuímos, visto lo visto, que gusta de presentar elementos escénicos conceptualmente contrastados, enfrentando elementos bélicos o industriales a paisajes naturales bucólicamente bellos, cosa que también observamos en algunas de las piezas de su hábil y minucioso esposo. El cuidado de ambos por la recreación de formas naturales, sean geológicas o vegetales, es digno de mención, y, aunque animales y personas no salen tan bien parados desde una perspectiva hiperrealista, me parece digno de mención el aspecto que ofrecen los peces incluídos en la obra que aquí exponemos de Mika Araki.









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