Los interesados en ver más muestras del trabajo de Mafa Alborés, pueden hacerlo indistintamente en:
http://mafalbores.arshumana.com/
http://mafalbores.artelista.com/
En artelista hay mayor número y variedad de trabajos, pero en arshumana el tamaño de muestra es más generoso
Si lo que buscan son datos curriculares actualizados, busquen en:
http://mafa-albores.neurona.com/
http://www.imdb.com/name/nm0016888/
o, simplemente busquen mafa alborés en google/imágenes si lo que desean es ver unas pocas muestras rápidas
EXAGERAR ÉS HUMANÍSIM i en aquest bloc trobareu múltiples exageracions de la cultura visual i la percepció a través de l'obra gràfica i d'altres índoles del temible subscriptor i els seus sequaços des de l'àmbit de l'ensenyament de la fotografia, la il·lustració i la imatge digital i /o analògica
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miércoles, 24 de octubre de 2007
miércoles, 21 de marzo de 2007
Hace un tiempo, me dedicaba a la construcción de escenografías naturalistas para exposiciones zoológicas. Sería una larga historia explicaros cómo llegué a semejante situación profesional, pero el caso es que me vi trabajando en el marco del Zoo de Barcelona no sólo para el Zoo, sino también para la empresa que, bajo una subcontrata, llevaba la gestión de una exposición paralela de animales raros, artrópodos curiosos, reptiles extraños y, en general, criaturas venenosas y/o misteriosas. Los equipos de trabajo que se generaron estaban compuestos por trabajadores del zoo que, por una u otra relación con el grupo ATROX, Natura Misteriosa, o Proyectos Zoológicos (las empresas que gestionaban dicha exposición) se habían sumado por diversas razones a los sucesivos proyectos de remodelación o reubicación de esta exposición temática.
Uno de ellos, el biólogo Gerardo García, era un gran aficionado a toda índole de pequeñas criaturas que criaba en su casa, y me asesoraba sobre las condiciones óptimas de cualquier terrario, independientemente de que estuviesen bellamente decorados o no. El caso es que, además de un apasionado criador y conservador, Gerardo es un apasionado de la taxonomía, cosa que se traducía en su impresionante collección de ejemplares que, una vez muertos tras cumplir su ciclo vital en cautividad, acababan ordenados en cajones que contenían gran cantidad de frasquitos y estuches etiquetados con los datos de cada ejemplar de insecto, arácnido, reptil o anfibio, y no tardamos mucho en tener la ocurrencia de probar a realizar moldes de dichos ejemplares para reproducirlos con alguna técnica tridimensional.
Dado mi contacto con la joyera Helena Luís, especializada precisamente en la fundición para joyería, decidimos entre los tres seleccionar una serie de ejemplares que, por su estado de conservación, su textura, su forma, su color o su tamaño, se adecuasen más para ser reproducidos en bronce o plata con un resultado realista.
Podeis ver algunas muestras en las ilustraciones de este blog, o en las webs mafalbores.artelista.com o en mafalbores.arshumana.com.
Hace poco, uno de mis compañeros de batallas en el zoo, el veterinario y amigo Jordi Hernández, me facilitó una web de unas escultoras y esmaltadoras americanas que realizan un trabajo similar, pero a través del trabajo de mecánico joyero y esmaltador que me parecen dignas de mención:
http://www.beetlesculpture.com/index.htm
Os recomiendo que les deis un vistazo y os sorprendais de la calidad de su trabajo. La diferencia sustancial con las piezas que realizamos en el taller de Helena Luís es que que las nuestras son enteramente reproducciones exactas a partir de un molde (lo más difícil del proceso) y tan sólo algunas partes muy delicadas de algunos animales debían ser reconstruídas, mientras que las piezas de estas dos artistas no son reproducciones vestigiales, sino representaciones bastante realistas de las criaturas e incluso de su entorno vegetal, con el añadido del color a través de técnicas de esmaltado al fuego, que en algunos casos constituye todo un logro de recreación naturalista de los colores de algunos insectos.
Uno de ellos, el biólogo Gerardo García, era un gran aficionado a toda índole de pequeñas criaturas que criaba en su casa, y me asesoraba sobre las condiciones óptimas de cualquier terrario, independientemente de que estuviesen bellamente decorados o no. El caso es que, además de un apasionado criador y conservador, Gerardo es un apasionado de la taxonomía, cosa que se traducía en su impresionante collección de ejemplares que, una vez muertos tras cumplir su ciclo vital en cautividad, acababan ordenados en cajones que contenían gran cantidad de frasquitos y estuches etiquetados con los datos de cada ejemplar de insecto, arácnido, reptil o anfibio, y no tardamos mucho en tener la ocurrencia de probar a realizar moldes de dichos ejemplares para reproducirlos con alguna técnica tridimensional.
Dado mi contacto con la joyera Helena Luís, especializada precisamente en la fundición para joyería, decidimos entre los tres seleccionar una serie de ejemplares que, por su estado de conservación, su textura, su forma, su color o su tamaño, se adecuasen más para ser reproducidos en bronce o plata con un resultado realista.
Podeis ver algunas muestras en las ilustraciones de este blog, o en las webs mafalbores.artelista.com o en mafalbores.arshumana.com.
Hace poco, uno de mis compañeros de batallas en el zoo, el veterinario y amigo Jordi Hernández, me facilitó una web de unas escultoras y esmaltadoras americanas que realizan un trabajo similar, pero a través del trabajo de mecánico joyero y esmaltador que me parecen dignas de mención:
http://www.beetlesculpture.com/index.htm
Os recomiendo que les deis un vistazo y os sorprendais de la calidad de su trabajo. La diferencia sustancial con las piezas que realizamos en el taller de Helena Luís es que que las nuestras son enteramente reproducciones exactas a partir de un molde (lo más difícil del proceso) y tan sólo algunas partes muy delicadas de algunos animales debían ser reconstruídas, mientras que las piezas de estas dos artistas no son reproducciones vestigiales, sino representaciones bastante realistas de las criaturas e incluso de su entorno vegetal, con el añadido del color a través de técnicas de esmaltado al fuego, que en algunos casos constituye todo un logro de recreación naturalista de los colores de algunos insectos.
jueves, 18 de enero de 2007
El panorama para los artistas plásticos y profesionales de la imagen en todas sus facetas está difícil y lleno de obstáculos. Basta con observar la vida de los docentes de campos artíticos (Bachillerato Artístico, ciclos artísticos de grado medio y superior, licenciatura en bellas artes...). Quien más quien menos ha de actualizarse en aplicaciones digitales relativas a su actividad concreta o su campo docente específico (fotografía, ilustración, volumen, diseño gráfico...).
Lo curioso es que los de cierta generación, vimos cómo entraban las tecnologías analógicas y digitales en nuestros estudios artísticos. Los escogimos para no quedarnos atrás, para estar al día, con un sentido práctico, profesional, y descubrimos que a duras penas los responsables de impartirnos aquellas materias eran capaces de gestionar el mantenimiento de las mesas de edición de video (ya absolutamente obsoletas) o de los platós de fotgrafía (si es que disponíamos realmente de alguno)
Amparados en la novedad de las especialidades de Imagen, los profesores eran a menudo ajenos al mundo de los estudios artísticos, y, lejos de refrescar los aires del academicismo artístico, lo enrarecían aún más con un producto pseudotecnicista que no empatizaba con la mayoría de los que habían entrado en dichos estudios "por amor al arte". El resultado: ningún licenciado en Bellas Artes especializado en Imagen o en diseño era visto como un buen técnico para acceder al mundo de la fotografía, el cine, el diseño gráfico o el video, por su titulación académica. Casi mejor era ocultarla y demostrar tu valía en la praxis. No obstante, el título reza, en principio, una cierta capacitación para estos medios que en realidad nadie nos había facilitado, ni a través de unos medios adecuados (argumento más frecuente entre nuestros profesores) ni a través de esfuerzo alguno por parte de los responsables docentes, quienes se adaptaban al perfil medio del estudiante de bellas artes, ni de letras ni de ciencias, interesado por muchas cosas y dedicado aplicadamente a casi nada, y se limitaban a desarrollar con mayor o menor fortuna unos contenidos lejos del alcance de la mayoría de los participantes.
Sin embargo, hoy día, algunos de aquellos estudiantes han llegado al mundo de la docencia y se encuentran prolongando esa desigualdad entre las aspiraciones de los programas académicos, la capacidad y preparación de los docentes para desarrollarlos y las aptitudes/actitudes y escasa preparación previa de sus alumnos, con el agravante de la brve vigencia de los recursos digitales para cada diferente actividad. Nos pasamos la vida intentando actualizarnos para ser dignos de nuestras plazas docentes, siempre con la sensación de estar unos pasos atrás, habiendo demostrado muchos nuestra valía en el terreno profesional "de verdad" y aprendiendo algunos los recursos propios de la simulación académica, por no hablar de los múltiples contenidos posibles según las muy diferentes especialidades que nos podemos llegar a ver obligados a impartir. Nos pasamos años resolviéndonos por nuestra cuenta todos estos problemas, y de paso solventando un servicio cultural, académico y profesional de carácter público, hasta que un buen día, nuestros superiores invisibles e inaudibles deciden que es hora de demostrar que éramos dignos o no de cobrar nuestros sueldos y aprobar unas opsiciones largamente esperadas (no sé por ni para qué).
El verano del 2008, después de años de resolver dicha papeleta al ministerio de educación, éste pone en duda su antigua y por lo visto irreflexiva decisión y nos lleva a ese extraño cadalso difrazado de gincana psicológica.
Que Dios nos coja confesados.
Lo curioso es que los de cierta generación, vimos cómo entraban las tecnologías analógicas y digitales en nuestros estudios artísticos. Los escogimos para no quedarnos atrás, para estar al día, con un sentido práctico, profesional, y descubrimos que a duras penas los responsables de impartirnos aquellas materias eran capaces de gestionar el mantenimiento de las mesas de edición de video (ya absolutamente obsoletas) o de los platós de fotgrafía (si es que disponíamos realmente de alguno)
Amparados en la novedad de las especialidades de Imagen, los profesores eran a menudo ajenos al mundo de los estudios artísticos, y, lejos de refrescar los aires del academicismo artístico, lo enrarecían aún más con un producto pseudotecnicista que no empatizaba con la mayoría de los que habían entrado en dichos estudios "por amor al arte". El resultado: ningún licenciado en Bellas Artes especializado en Imagen o en diseño era visto como un buen técnico para acceder al mundo de la fotografía, el cine, el diseño gráfico o el video, por su titulación académica. Casi mejor era ocultarla y demostrar tu valía en la praxis. No obstante, el título reza, en principio, una cierta capacitación para estos medios que en realidad nadie nos había facilitado, ni a través de unos medios adecuados (argumento más frecuente entre nuestros profesores) ni a través de esfuerzo alguno por parte de los responsables docentes, quienes se adaptaban al perfil medio del estudiante de bellas artes, ni de letras ni de ciencias, interesado por muchas cosas y dedicado aplicadamente a casi nada, y se limitaban a desarrollar con mayor o menor fortuna unos contenidos lejos del alcance de la mayoría de los participantes.
Sin embargo, hoy día, algunos de aquellos estudiantes han llegado al mundo de la docencia y se encuentran prolongando esa desigualdad entre las aspiraciones de los programas académicos, la capacidad y preparación de los docentes para desarrollarlos y las aptitudes/actitudes y escasa preparación previa de sus alumnos, con el agravante de la brve vigencia de los recursos digitales para cada diferente actividad. Nos pasamos la vida intentando actualizarnos para ser dignos de nuestras plazas docentes, siempre con la sensación de estar unos pasos atrás, habiendo demostrado muchos nuestra valía en el terreno profesional "de verdad" y aprendiendo algunos los recursos propios de la simulación académica, por no hablar de los múltiples contenidos posibles según las muy diferentes especialidades que nos podemos llegar a ver obligados a impartir. Nos pasamos años resolviéndonos por nuestra cuenta todos estos problemas, y de paso solventando un servicio cultural, académico y profesional de carácter público, hasta que un buen día, nuestros superiores invisibles e inaudibles deciden que es hora de demostrar que éramos dignos o no de cobrar nuestros sueldos y aprobar unas opsiciones largamente esperadas (no sé por ni para qué).
El verano del 2008, después de años de resolver dicha papeleta al ministerio de educación, éste pone en duda su antigua y por lo visto irreflexiva decisión y nos lleva a ese extraño cadalso difrazado de gincana psicológica.
Que Dios nos coja confesados.